Engranajes y mecanismos
La paciencia del relojero es infinita.
Cada diente de engranaje debe encajar con la contigua rueda, en un mecanismo de innumerables piezas.
Su meticulosidad es la del orfebre, la del poeta que pule interminablemente un verso.
El relojero es el artista y viceversa.
La paciencia de Lorenzo Goñi es infinita...
El relojero, 1970
Los sabios intentaron medir la hondura del abismo, la longitud de los solares rayos y el estallido del campo en primavera. Pero el mundo se salió de su probeta...
Consumidos eruditos, trazando fórmulas abstrusas al pie del campanario...
¡Añoranza de un cuerpo femenino...!
Detrás de la regla y el compás, entre los números, brotando de la solemne recta, la mujer...
El cipote de Archidona, 1977
Lorenzo Goñi intelectualiza los andares femeninos, una preocupación de los hombres desde antiguo.
La mujer camina sobre pedestal de gatos -sus cómplices secretos-, de los que obtiene su música serena y su armonía.
Por eso pisan las mujeres como pisan...
Quien al fondo abre la puerta quiere saber... ¡Es natural...!
Es muy probable que se quede ayuno...
La pelvis mecácnica, 1981
No se sabe cuál es el invento que nos propone Goñi. Ruedas, palancas, manivelas y pedales...
La clave está sin duda en esas piernas femeninas enmalladas, poniendo en movimiento la máquina sutil.
¡Siempre el misterio de las piernas de mujer, que el artista buscó desentrañar toda su vida!
Sobre las piedras arquetípicas de Cuenca, la mujer como insecto, como máquina, como marchita cabaretera en un tugurio.
Lorenzo Goñi intenta casar los elementos.
Mecánica 2, 1971
Entre el animal y la máquina se borran las fronteras...
Lo demuestra Goñi, que enlaza con la estirpe de creadores que fueron un punto más lejos de lo permitido.
Hijo del siglo que pobló el mundo de artilugios, discípulo del doctor Frankenstein que creara su monstruo infortunado, vástago tardío de lo que se llamó Renacimiento, Lorenzo Goñi propone su solución fantástica.
Los monstruos son voraces y suelen destruir al creador. ¡Mucho cuidado!
Los cangrejos corren por la isla (il. relato de Anatoli Dneprov)